martes, 12 de enero de 2021

Del sujeto político del feminismo

 




Le temo a los deseos de exterminio en


pos de lo que está bien y lo que está mal.


Leonor Silvestri



El sujeto político del feminismo son las mujeres, se afirma, sin embargo, el sujeto político del feminismo debería ser la ciudadanía. Esto lo escribe la filósofa feminista Loola Pérez y sé que de entrada es difícil pensarlo por el simple hecho de que las mujeres siempre hemos estado a un lado, casi al borde del precipicio, y ahora queremos ser las protagonistas de la Historia, reivindicar nuestros sufrimientos y placeres, anteponer nuestro ser y estar. Lo malo de pensar solo en nosotras es que no vivimos en una isla. En la cotidianidad, el grueso de las mujeres tiene que convivir con los otros, así que obliga pensarnos en relación con esos otros a partir de ellos mismos.
Hace unos meses vi El último baile, la serie de Netflix que documenta algunos aspectos de la carrera deportiva de Michael Jordan que lo han llevado a ser considerado una leyenda, y yo fui una niña a la que le encantaba el basquetbol y que era fan del 23 de los Chicago Bulls. Disfruté ver a todo un personaje, y en algún momento vinieron a mi cabeza dos monedas de colección con la figura de Jordan de un lado y del otro el logotipo de los Chicago Bulls que tuve entre mis manos por ahí de finales de siglo. 
El hombre que se dice padre de mis hijos [que para fines prácticos llamaremos Equis] tenía solo un año más que yo cuando nos escapamos de casa.
A través de esas dos monedas recordé que Equis también era admirador de Jordan. Yo tenía 15 años cuando tuve a mi primer hijo, Equis tenía 16, por lo que para esos niños, adolescentes primeros que éramos, tener responsabilidades era entrar a una dimensión desconocida. Un día, Equis no compró el bote de leche NAN1 por llevar a enmarcar esas dos monedas que para él eran un tesoro. Esas y un juego de cartas con las poses más destacadas del basquetbolista eran las únicas propiedades que teníamos, lo único que podíamos presumir como nuestro. Pasamos muchas carencias, económicas, emocionales y afectivas, y como era de esperarse lo nuestro fracasó rotundamente. Equis tenía romances con las vecinas, con las lejanas, con las amigas de su hermana, con toda chica que le cruzara por enfrente, a la vez de ser un desobligado que se conformaba con trabajar dos días de la semana para cumplir con pañales, leche y alguna que otra golosina, y descansar los 5 días restantes. Por supuesto que también hubo violencia física y gritos y desesperación. No conforme con eso, se comportó como se comporta el 99 por ciento de los hombres una vez separados, creyó que 200 pesos a la semana bastaban para mantener a dos bebés, y después de amenazarme con hacer un desmadre si lo demandaba con la pensión alimenticia, dejó de ver a mis hijos con tal de no enfrentarme ni dar la explicación de siempre: no tengo dinero. Después de eso se limitó a poblar medio Aguascalientes. Se necesita una base de datos del Inegi sólo para medir las condiciones en que dejó a la población él solito.
Si lo cuento así ahora, entre risas, es porque Equis no merece ninguna consideración mía, y esto más que una venganza por evidenciar su maltrato, es uno de los múltiples casos de estudio sobre violencia intrafamiliar en Aguascalientes, mi historia no es más que la de cualquier mujer o chiquilla en mis pasadas condiciones, es la verdad. Y mientras veía la serie sobre Jordan, solo pensaba en Equis, en esos primeros años a su lado, en la miseria en que vivíamos. Y en sus propias condiciones. 
No lo disculpo, se trata de un hombre promedio. Un chamaco que venía de una familia que careció de figura materna. Equis fue un niño que creció escuchando de los vecinos decir que su madre era una puta, que aprendió a pasar los días solo porque su padre tenía que trabajar para que él y sus hermanos comieran y estudiaran; se hizo amigo de la calle y se volvió, sino el líder de su grupo, el que organizaba la fiesta la mayor parte del día. Y a los 16 años intentó hacerse cargo de un bebé. Un adolescente que quería bailar y tener novias ahora tenía que volverse el proveedor, como se mandaba, de su nueva familia sin herramientas intelectuales ni emocionales para enfrentarse a eso. No lo disculpo, nunca lo haré, tuvo la oportunidad de elegir ser otra clase de persona y no lo hizo. Sin embargo, cómo juzgo ahora a un chiquillo que veía en dos monedas de colección con el rostro de su ídolo todo el tesoro que nunca había tenido, e ilusionado, prefirió gastar todo lo que traía en el bolsillo para colocarlas en un marquito, antes que cumplir con la responsabilidad de alimentar a un niño y comprar una lata de leche NAN1.
Todo esto pensaba mientras veía la serie, espectacular, pero que me retorció el corazón y la memoria al recordar escenas que había tratado de olvidar de mi vida, pasajes de mí con mis hijos en brazos, y sobre todo, me hizo voltear a verlo a él, a Equis, como nunca lo había visto. “La comprensión no tiene nada que ver con el perdón cristiano”, dice Hannah Arendt. 
Así que continúo con la idea de Pérez, ¿por qué no habríamos de pensar en los otros, en sus realidades y contextos? Que el sujeto del feminismo sean las mujeres en estos tiempos ya no es funcional porque las mujeres están cambiando en mayor o menor medida, somos otras, incluso las que menos tienen, y esa idea sólo abona a mantener un patrón obsoleto que nos coloca todavía, siempre, como víctimas perpetuas de nuestros opresores, lo que no explica para nada lo complejo que es la relación entre hombres y mujeres, así en binario, sean jefes, compañeros, padres, hermanos o amantes, y el lugar que nosotras ocupamos. Nadie puede justificar las chingaderas que cometen, eso es claro. Como Jordan, ahora sometido a juicio social por tener actitudes que ya no están permitidas y que dejó ver en la serie:“¿te tengo que gritar todo el día para que juegues bien!”, le reclama a Scotty Pippen, a todos, para obligarlos a dar lo mejor de sí, exigente, rudo, autoritario, con gritos impensables en la actualidad. Ya no somos los mismos de hace 30 años y por eso mismo habríamos de replantearnos y pensar al sujeto político del feminismo.
También escribe Loola Pérez: “El feminismo es un movimiento y una filosofía transformadoras para todas las personas”. Y yo lo creo.




@negramagallanes

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